Por qué no escribí en estos meses

Primero fue el Renacimiento de Venus y Le Temps Retrouvé; después fue la Revolución Francesa con Toma de la Bastilla y decapitación de Luis XVI en tiempo récord; y ahora la revolución copernicana que desplazó al hombre del centro del universo y lo dejó boyando en un planeta menor en la inmensidad del cosmos. No estaba en mis planes ir tan lejos. Las revoluciones me tomaron por sorpresa, pero así son la revoluciones: no mandan tarjeta de visita. A todos nos sorprendió.

El astronauta accionó el mismo botón eyector que falló sistemáticamente durante 25 años, y esta vez, oh milagro, funcionó. No diría que se reparó solo, por acumulación. Más bien que ciertos contactos, que antes, activos, impidieron que funcionara, se desactivaron; y otros contactos que antes lo atrofiaban, perdieron fuerza. Hubo circunstancias externas beneficiosas que propiciaron el cambio. Ocurrió, por fin, una reacción visceral; reaccionó mi cuerpo, no mi mente. Y acá estoy, en mi nueva vida, renacida, recuperada, revolucionada.

28.7.23

Pero la cosa no terminó ahí. Vino otra revolución mas, y ya no sé por cuál voy, ¿la bolchevique? Más que revolución, fue la erupción del volcán Krakatoa, un terremoto, el descenso al círculo de los temerosos, una purga soviética atravesando mi cuerpo. Enfrenté mis peores fantasmas, me vi viviendo lo que siempre quise evitar, sentí la amenaza, el Terror, la oscuridad del alma, todo en 22 horas de angustia suprema. 7.8.23