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Marina Pérez Muraro

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Algo que nunca hice: escribo angustiada, acá, en la libreta, en vez de agarrar mis Cuadernos de lectura para hacer catarsis y exorcizarme. Está vez elegí exorcizarme en las Libretas, porque hace mucho que no escribo, tengo ganas de escribir acá y este fin de semana lo voy a tener difícil (cumple de Patricia, marcha del 24 de marzo, laburo extra el finde, su ruta).

Es de noche, viernes, hace una hora aprox. volvimos de casa de mis viejos Manuel y yo, estuvo lindo, merendamos con Flavia y mis padres. Ahora puse una olla al fuego para la cena, me serví una copa de vino y decidí escribir acá.

No estoy bien, estoy angustiada. Otra cosa diferente: creo que en todos los años de escribir en mis libretas, siempre esquivé escribir angustiada (salvo al comienzo, por la pandemia, pero eso era una angustia contextual, de base, ineludible). Ahora la angustia tiene dos frentes: Krakatoa, que sigue destruyendo todo, amenazando la vida, confirmando nuestras peores pesadillas, y mi angustia personal, subjetiva, íntima, la que quiero exorcizar, la que siento un veneno, un tóxico que no tiene por qué estar en mi vida, no es algo mío, me es ajeno, me lo inocularon hace décadas, ¿cuándo va a dejar de perturbarme? NO QUIERO QUE ME ANGUSTIE MÁS, no soy yo sos vos, no es mío, me es ajeno, no son mis problemas, vade retro Satanás. Punto.


Paremos un momento.


Respiremos.


Suspiremos.


Una puede elegir desbarrancarse por la angustia, ponerse a llorar y autocompadecerse. También puede seguir tomando vino, poner música y actuar los movimientos del bienestar. También, seguir escribiendo en la libreta, medio en automático, a ver qué sale, atenta a que el arroz que ya eché en la olla no se pase. Tengo que cortar el tomate y condimentar mi ensalada.


Un primer paso hacia la curación sería reconocer que aquello que creo ajeno en realidad sí me pertenece. Quiero exorcizar al demonio que me poseyó, pero lo que me esclaviza esta en mí, no en él. Sospecho que el día que logre ver esto de verdad, me voy a liberar. No sos vos, soy yo. Por lo menos esta idea me da la ilusión de retomar el control de mi vida. Si lo que me esclaviza es algo mío, no estoy a merced de otro. Soy mi propia ama esclavizadora.

Tengo la impresión de que el vino ya causó efectos en mis neuronas y que no coordino bien, pero también tengo la ilusión de que este escribir sin barreras me acerque a alguna iluminación, que escribiendo un poco relajada por el vino y dejándome llevar por lo que surge (el que sorgeix) el mismo acto de escribir me ilumine como pasó otras veces, pero esta vez sobre esto íntimo mío, esta condena con la que convivo hace años, décadas, de la que creí liberarme hace 6 o 7 meses para descubrir que no era tan fácil, que el veneno hacia tanto tiempo que circulaba por mis venas que necesito más de una transfusión para lavarme y recuperarme.

Tengo que interrumpir para cortar el tomate, condimentar la ensalada, colar el arroz y cenar con Manuel. A ver si puedo seguir después.

22.3.24



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