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Marina Pérez Muraro

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Hoy no puedo hacer el ritual como corresponde, tengo que salir a hacer compras antes de que los negocios cierren al mediodía, pero está tan lindo mi balcón con el sol de invierno derramándose sobre las plantas, los distintos verdes capturando la luz cada cual a su manera, que no puede resistirme a manotear la libreta y escribir algo, aunque sea breve, aún a riesgo de colgarme y quedarme sin comprar algo importante.

Podría haberme puesto antes, pero quise hacer yoga (media hora en vez de una, también por salir a comprar), imprescindible para mi salud corporal, y mientras hacía yoga veía mi balcón refulgente y quería escribir. Un poquito de cada cosa es mejor que nada de algo.

Estoy contenta porque (hace tiempo ya, pero no pude escribirlo antes) hay pimpollos en mis macetas. La kalanchoe doble ya deja ver polluelos amarillos en sus nidos verde oscuro, el yuyo aromático de la quinta tiene algunos capullos cerrados que prometen abrirse, y la dimorfoteca tiene varios pimpollos verdes que se engordan y aclaran día a día (¡y llegué al centro de esta libreta! Veo la “cadeneta” como una columna vertebral, una viborita que se enrosca la cola en sí misma, acá entre los dos lados del papel). El clavel chino que me regaló Pablo, que siempre tiene alguna flor blanca, ahora tiene varias. Y la primera plantita que me regaló Silvia (una haworthia) sacó sus flores también blancas al final de una vara larga y fina. También la planta que traje del jardín, de hojas oscuras y carnosas, tiene una pelusilla que anuncia flores. La que llamo “crenchas de Frida Kahlo” no tiene flores todavía, pero se lleva el premio en atrapar al sol, entre que su verde es el más claro de todos y que es la más alta del balcón, parece que lo condensara y al mismo tiempo lo expandiera a su alrededor.

Más allá, el jardín también está verde brillante. Hace mucho que no bajo, desde acá no veo si hay mandarinas. El níspero, me parece, tiene flores marrones. El arbolito de tronco doblado alterna amarillo y verde oscuro en sus hojas. Veo unas flores blancas allá abajo, creo que son narcisos. ¡Y tengo que dejar nomás!

27.7.24.



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1 Kommentar


pablotrejo
29. Juli

Extrañaba tus ojos solares proyectados sobre plantas y flores

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