Por si le faltara alguna virtud (no le falta ninguna), Pablo empezó a leer a Saer (¿quién le habrá dado la idea?) y cayó tan fascinado como yo. Después de algunos cuentos, entrevistas y cosas sueltas, nos adentramos en Glosa a dúo, cada cual leyendo su ejemplar en su casa, comentando escenas, personajes y frases memorables a la distancia o cuando nos encontrábamos. Es un enorme placer adentrarme nuevamente en el universo Saer; y es una felicidad inédita hacerlo en compañía. Nunca compartí este placer tan hondamente; ni con Silvia, devota saeriana como yo. Por dos días seguidos, al encontrarnos, sin planearlo sino atrapados por los textos, Pablo y yo nos quedamos leyendo juntos, al unísono, los dos pares de ojos recorriendo las líneas de un mismo libro en simultáneo ("La mayor" y ensayos sueltos). Leer a Saer junto a Pablo, disfrutar al mismo tiempo el deleite de la lectura y la felicidad de su piel, su calidez, es el Paraíso en la Tierra, es tocar el cielo con las manos.
Por supuesto me dio ganas de releer todo Saer y de copiar acá tantas frases maravillosas con las que me identifico. También me dio una sensación extraña reencontrarme con mis anotaciones en sus libros, mis apuntes de ideas en lecturas anteriores. Hablando con Pablo me di cuenta de cuán influida estoy por Saer, cómo me marcó. Jamás lo pensé porque ver en mí algún rastro saeriano parece un pecado de hybris, una desmesura, semejante a compararse con el Sol. Pero —pensé hablando con Pablo–, es inevitable tener marcas, es como cuando uno escucha mucho una misma música, lo que escucha se hace carne, y yo escuché mucho la música saeriana.
Por si esto fuera poco, seguimos sumando placeres. Un par de domingos en que el tiempo no estuvo tan frío, salimos en bici por Buenos Aires. Cuando estuvimos en San Antonio de Areco alquilamos bicis y disfruté un montón andar de nuevo en bici después de 13 años sin subirme a una, pero no me animaba por la ciudad. Pablo me alentó y volví a subir a una bici en Buenos Aires despues de unos 30 años. Estaba exultante, radiante de felicidad, súper agradecida con Pablo porque sola no me habría animado, pero con él todo es suave, fácil, fluido, armonioso, placentero, copado, y etc. Cómo se enriqueció mi vida desde que estamos juntos, me siento Dorothy/Garland cuando pasa de la gris Kansas a la colorida Oz.
23.08.24
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