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  • Foto del escritor: Marina Pérez Muraro
    Marina Pérez Muraro
  • 21 ene
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 28 ene

¿Cuándo tiempo tendré para escribir? Estoy esperando a Pablo, quería salir con él a tomar un café y ponerme a escribir mientras él leía pero no combinamos ninguna hora (ventajas de las vacaciones) y cuando vine al Edén, no lo encontré. Están todas sus cosas pero él, no. Mientras espero que aparezca, me pongo a garabatear palabras, sin saber cuándo tendré que interrumpir.


Interrumpí un rato pero no por Pablo sino por Manuel, que intentó instalar Linux en mi computadora y no lo consiguió. En el medio llegó un mensaje de Pablo diciendo que estaba lavando ropa en su casa. Volví al Edén a la misma posición en que estaba antes: sentada en el balcón en una de las dos sillas plegables qué compró Pablo para aprovechar el fresco balconero. Es una típica silla de plástico plegable, de las que se usan por ejemplo en la playa,  blanca, con respaldo y asiento de tela plástica con franjas azules y blancas. Tiene la altura ideal para estar acá y escribir, puedo apoyar la libreta sobre mis piernas flexionadas y mi cabeza queda a la altura del borde de la pared del balcón que está lleno de plantas. Nunca escribí acá así que nunca describí cómo está habitado (plantado) el balcón, pero lo dejo para más adelante (hoy, si puede ser, pero más adelante).

Son más o menos las 7 de la tarde, el cielo está celeste y las copas de los árboles (atrás de las macetas) están doradas por el sol que yo ya no puedo ver. En el jardín, casi a mis pies, un vecino joven rasguea una guitarra. Ya lo vi y escuché otras veces, es un muchacho de pelo negro corto, ropa negra de verano y anteojos, que baja solo y se pasa un buen rato con la guitarra y con una pelota. Me cae bien. El que me tiene frita es el perro de abajo, volvió a ponerse ladrador y nadie lo para. Es insoportable.

El tiempo está hermoso, hay una brisa muy fresca. La semana pasada hubo la primera ola de calor del verano pero Pablo y yo zafamos, nos fuimos al mar de domingo a domingo y volvimos justo con la lluvia pacificadora (el perro ladra más intensamente y el vecino pelotea, tal vez una cosa sea causa de la otra).

Hace mucho que no escribo, demasiado: mes y medio, nunca hice una pausa tan larga. Cambiamos de mes y de año, empezaron las vacaciones, ahora estamos en su mitad. Lamento haber hecho una pausa tan larga pero no lamento haber hecho las cosas que hice en mi tiempo libre en vez de escribir. No sé cómo hacer para escribir más seguido. Siempre tengo la ilusión de que “si me organizo mejor” voy a poder hacer más cosas en menos horas, pero nunca lo consigo. Siempre estoy negociando entre distintas prioridades. Hoy, por ejemplo, primero le di espacio a lo doméstico, después a Manuel, después me habría ido con Pablo pero como él estaba en sus tareas domésticas no nos encontramos y me puse a escribir porque relegué hacer yoga (otro deseo pendiente). Y me mudo al living porque está fresco de veras.

Empiezo el segundo cuadernillo de esta libreta, ya llegué a su mitad. Ahora estoy sentada en la misma silla pero del lado de adentro, junto al ventanal del balcón y a la puerta de vidrio que da al jardín. Calló el perro y también el vecino; calculo que al irse el muchacho, el perro se calmó.

El balcón del Edén tenía, cuando lo alquilamos, una maceta grande de loza decorada con motivos antiguos con tierra y sin plantas, apoyada en el suelo, y una maceta rectangular de plástico, sujetada al borde de la pared del balcón, con un cactus bastante grande (opuntia monacantha), una suculenta tipo arbolito de tamaño mediano (crassula ovata o árbol de jade), una suculenta pequeña (sedum pachyphyllum) y una planta colgante muy simpática que parecen arvejas enlazadas y le dicen “rosario” (senecio rowleyanus). A ese planterío inicial medio escueto yo le agregué, en un primer momento, un malvón blanco comprado especialmente para Pablo porque me había dicho que le gustan mucho (y me encantó conseguir uno exactamente el mismo día que pudimos entrar al Edén), uno de mis dos malvones rojos, una maceta mediana con la callisia fragans que  creció como loca a partir de un gajito ínfimo qué robé en la calle, una maceta mediana con una hija de una planta que crece mucho en el jardín  del edificio (crassula multicava), una maceta naranja con la planta “crenchas de Frida Kahlo” (sedum morganianum) y una amarilla con una crassula marnieriana, dos macetas chiquitas colgantes (una con una graptosedum bronze que traje de Córdoba y la otra con una echeveria set oliver que ya no recuerdo de dónde salió, tal vez del balcón de Patricia) y gajos de callisia fragans y de plectranthus caninus (la planta que traje de la quinta a la que fui con Silvia e Inés al final de la pandemia, que también crece como loca) que planté en la maceta de loza y prendieron muy bien, y gajos de plectranthus, de kalanchoe y de crassula pellucida marginalis (una de las plantas del departamento de Marina S.) que planté en la maceta rectangular y también prendieron bien (el kalanchoe quedó pequeñajo y escondido entre las demás pero sigue en pie). Después traje varias macetas chiquitas con suculentas y los dos “repollos de jardín” (brassica olaraceae) que tuvieron una evolución rarísima (de ser bajos y de hojas grandes se transformaron en unos tronquitos largos y con hojas minúsculas). Más tarde, sumé una dimorfoteca de flores violetas igual a la mía que compré porque la vi en un puesto de flores en la calle y me tenté porque a Pablo le gusta la de mi balcón,  y hace poco una planta de lavanda que también me tentó al pasar por un vivero porque a Pablo le encantan y para mí simbolizan nuestro amor. Cuando fuimos al mar en octubre trajimos gajos de uña de gato (carpobrotus edulis; también le gustan a Pablo, le recuerdan el Mediterráneo) que prendieron bien en la maceta grande de la callisia fragans y en la maceta rectangular del cactus, y dos claveles del aire recogidos en el bosque que enganchamos en el enrejado. La última incorporación fue un trébol morado (de hojas moradas y flores amarillas) que le regaló a Pablo una compañera de trabajo justo antes de irnos. A lo que yo planté o compré se suma lo que crece porque quiere: en la maceta que traje de casa con la “crenchas de Frida Kahlo” había unos tallos verdes de otra planta que no lograba identificar, como gracias a mi posición ontológica “que crezca lo que quiera crecer” los dejé en paz, se hicieron cada vez más grandes, se reprodujeron y demostraron ser santalucías (commelina erecta); ahora están llenas de flores por abrir. Otro caso de aparición inesperada fue una enredadera que brotó en una de las dos  macetas de los repollos de jardín; enganchamos la maceta a la pared del balcón  para que se enredara en el enrejado y ya llegó hasta el techo (este balcón tiene el típico enrejado protector de niños de mi infancia no solo en sus tres lados sino también en el espacio aéreo, eso nos permitió colgar una macetita del aire). Y, por supuesto, si puedo llamar a todas estas plantas por su nombre es gracias a buscarlas en Internet.

 

Interrumpí porque llegó Pablo y ahora sigo al día siguiente. Es la primera vez que continúo una sentada de escritura de un día al otro. Pensé no conservar lo escrito ayer, pero al final me dije ¿por qué no? Ahora estoy sentada igual que ayer, en la silla junto al ventanal del balcón, pero son las 3 o 4 de la tarde y Pablo está sentado al lado mío, en la otra silla igual a esta, leyendo El traductor de Benesdra (lo empezó en la costa y no pudo soltarlo, supongo que hoy lo termina). Enfrente nuestro la tele pasa música, baladas en Spotify. Ladra el perro pero por suerte cada tanto se calla. Me duele la cabeza desde ayer, me dolió durante la noche y todo el día de hoy; no es muy fuerte el dolor pero es persistente; deben de ser las cervicales. El día está hermoso, soleado, con una brisa fresca súper agradable, el cielo celeste con algunas nubes blancas  como borrones de tiza aisladas. Suena muy bajito  “Mrs Robinson” (y el perro).

Tengo la copa del árbol del jardín a la altura de mis ojos, a mi derecha, totalmente iluminada por el sol; a sus pies, el arbusto de flores rosa fuerte todavía totalmente cargado (dicen en internet que es un nerium oleander, laurel rosa, adelfa, laurel de flor o laurel romano, pero no solo no se come sino que es tóxico). ¿El color de sus flores se puede llamar fucsia o magenta? Es un poco más claro que el magenta del sistema CMYK. Esto me recuerda una anécdota de mi sobrino mayor, era muy chiquito e identificaba el color “magenta” (creo que ningún niño de su edad hubiera dicho “magenta”) evidenciando el influjo de su padre, diseñador gráfico.

Volviendo al balcón, el malvón rojo qué traje de casa creció hacia arriba (guiado por nosotros) y ya llegó a la altura del malvón blanco (enganchado al borde del balcón); en este momento unos pimpollos rojos rozan una flores blancas; me encanta verlos juntos. Más atrás, asoma la copa del níspero, también iluminada por el sol; luego el techo del galpón y más allá las copas de los árboles de la calle.

¿Y ahora, qué? Leí un libro hermoso en la costa, Habitar como un pájaro de Vinciane Despret. Lo leí muy rápido porque es de los amigos que nos hospedaron y quería terminarlo antes de volver. Me encantó, me gustaría releerlo con calma y asimilar mejor lo que dice. Alimentó mi amor por los pájaros.

Vimos el mar, vimos salir la luna sobre el mar, de día caminamos su orilla, nos metimos en el agua para refrescarnos, dormimos una siesta en las dunas un día que no hacía tanto calor, paseamos por el bosque, alimentamos pájaros silvestres y mimamos a Kumo, conversamos con amigues, disfrutamos del aroma de la noche, miramos la luna y las estrellas, escuchamos el canto de los pájaros, leímos, nos amamos, celebramos el dolce far niente como solo los asalariados pueden hacerlo, y acá estamos, una tarde de martes, disfrutando la placidez. En una hora y algo saldremos a ver a mis viejos.

No estoy inspirada hoy, no sé si por la interrupción del mes y medio o por mi dolor de cabeza. Hoy a la mañana hice yoga después de varios días  y me noté dura, poco flexible. Algo así también con la escritura. Tengo que retomar más seguido.

21.01.2025



 
 
 

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