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  • Foto del escritor: Marina Pérez Muraro
    Marina Pérez Muraro
  • 26 jul
  • 3 Min. de lectura

Sábado por la mañana, tengo poco menos de una hora para escribir antes de salir a gimnasia, y en el medio va a tocar el timbre Nico, el que cocina rico, con la comida que le encargué. Me levanté temprano (a la hora en que sale Pablo a su trabajo, aunque no desayunamos juntos) para tener un tiempo productivo antes de gimnasia. Entre todas las cosas “productivas”, de lo que más tenía ganas era de escribir acá (más incluso que de seguir con el bacap en Word de las libretas que empecé a hacer por fin esta semana y me tiene entusiasmada).

Estoy escribiendo con un lápiz negro Staedtler B, facetado rojo y negro; hace mucho que no escribo con lápiz y ya tengo que sacarle punta (no le saqué antes de empezar). Ya está. Qué distinto se siente escribir con este lápiz según cuán fina sea la punta. Ahora que está bien fina, siento la incisión de la punta afilada sobre el papel, como si la hendiera; con la punta gorda y redondeada todo es más suave. Pero como es tan blando, rápidamente la punta se redondea y la sensación afilada se va, ya no está.

Ya vino Nico, el que cocina rico, distribuí la comida acá y allá, en dos heladeras, congelé una parte, la otra a la tarde. Me queda solo media hora antes de salir.

Es un día invernal, por calendario y por aspecto. Frío, gris, nublado, las hojas se mueven. Hace rato que no escribo en casa, sola; últimamente aproveché los paseos con Pablo para escribir al aire libre. Hay mucho silencio y quietud. Mi balcón quedó transformado, hice jardinería de balcón, probé trasplantar varias plantas a macetas “geotextiles” como me recomendó Flor hace años, veremos qué tal resultan. La sansiveria o espada de San Jorge que estaba gigantesca y comprimida en una maceta plástica que ya le quedaba ultra chica la dividí en dos macetas geotextiles, una fue a parar al balcón de al lado. El cactus candelabro que había crecido enormemente a lo alto y seguía en la maceta minúscula, lo pasé a una maceta geotextil de 8 litros, supongo que estará contento. También las clivias que me regaló mi madre hace mucho (los tres bulbos habían crecido tanto que se habían convertido en una sola roca vegetal) los mudé a una maceta geotextil de 8 litros. Al que no pude mudar fue al jazmín, lo intenté pero las macetas que había comprado no sirvieron. Le hice una poda de raíces (otro consejo de Flor de hace años); ahora se lo ve súper caído pero quiero pensar que es por el invierno y no por mi inepcia jardineril, espero que repunte. Entre una cosa y otra, el balcón quedó más limpio y despejado (saqué una bolsa de tierra y una pila de pseudo macetas de plástico negro que estaban por el fondo). Ah, también trasplanté la palta a una geotextil, fue la que motivó todo esto.Tiene las hojas medio resecas, espero también que sea por el frío y que se mejore en primavera. Las plantitas que me regaló Elsa están bastante bien. Quedó lindo todo, estoy contenta.

Asoma un rayo de sol por entre las nubes y cruza en diagonal el living. Tendría que sentarme enfrente para recibirlo. Me mudo, aunque ya me quedan pocos minutos para salir, para probar el almohadón que fabriqué ayer, parece uno de esos almohadones para meditar, pero ahora que me senté sobre él (antes lo tenía en mi espalda) veo que debería ser más firme y consistente para meditar, así es un almohadón de sofá burgués.

Y tengo que dejar nomás si no quiero llegar tarde a gimnasia.

26.7.25

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