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  • Foto del escritor: Marina Pérez Muraro
    Marina Pérez Muraro
  • 15 ago
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 19 ago

Terminé de leer un libro que me recontraencantó: La madre de Beckett tenía un burro de Matías Battistón, a quién no conocía previamente, así que lo leí con la frescura que tanto me atrae: llegar a un libro sin ninguna idea previa sobre el texto ni el autor. Me lo regaló Pablo porque, con su magnífico olfato de librero enamorado, pensó que me podía gustar y así fue, me encantó. Lo disfruté muchísimo, me da ganas de compartir la buena nueva y recomendarlo a todo el mundo, que más gente lo disfrute y lea a Battistón. Es muy entretenido, varias veces reí sonoramente mientras lo leía. Me dejó una sensación muy agradable, de atracón literario, como la satisfacción de haber comido algo muy rico pero en el espíritu.

Además, todo está en calma, eso contribuye mucho a mi placidez. Es viernes pero no laborable (Pablo trabaja pero yo no), Manuel duerme (volvió al horario japonés), estoy en casa, reina el silencio dentro y fuera de mi depto. Hace mucho frío, no hay signos de vida humana cerca, el cielo está "parcialmente cubierto", por momentos plenamente gris, por momentos se filtra un rayo de sol; tampoco escucho signos de vida animal, lo único vivo son las plantas de mi balcón y del jardín y yo misma, acá, escribiendo.

Me senté a leer en el suelo (no directamente en el suelo sino sobre los almohadones grandes rojos) donde da el sol cuando asoma, y ahora sigo acá escribiendo. Asomó un rayo contundente, siento su calor por un instante, las sombras se hacen nítidas, los contrastes entre luz y sombra exagerados, pero ya se atenúan, ya empieza a palidecer. Van y vienen las nubes, cubriendo y descubriendo el sol, su calor, su fuerza, su esplendor. Hay muchísima paz, hace mucho que no tenía un momento así para mí misma.

La libreta está apoyada sobre el libro de fotografías de París de tapa dura apoyado sobre mis rodillas flexionadas; escribo con una birome azul común y corriente, de las de cuerpo plástico transparente que dejan ver el canuto amarillo donde está, se supone, la tinta.

El libro de Battistón es sobre traducciones y traductores/as y escritores/as. Aunque hay historias con nombre y apellido (muchas, claro, sobre Beckett), la protagonista es "la traducción" y pongo comillas porque no me convence cómo nombro esa entidad inasible, tentacular, muy parecida a un pulpo que construye Battistón a fuerza de anécdotas y reflexiones. Me hizo pensar en un pulpo porque me vino a la mente esos videos que muestran pulpos transformando su aspecto para camuflarse con el entorno hasta puntos increíbles: pueden hacerse planos, atravesar pasadizos minúsculos, modificar color y textura de su exterior para mimetizarse con lo que sea, sus tentáculos danzan voluptuosamente, todas imágenes que puedo amalgamar inmediatamente con las sensaciones que me dejó Battistón. Me pregunto qué pensaría él de esta imagen, no le veo mucho aprecio por las comparaciones sobre su oficio. A raíz de una anécdota larga sobre Beckett y una médium con la que tocaba el piano, Battistón dice: "una médium tocando el piano, entonces, es casi un compendio de metáforas sobre la traducción. Solo falta que lo haga encima de un puente". Esta fue una de las frases que me hizo reír, porque hasta "metáfora sobre la traducción" parece que viene en serio, pero al agregar "Solo falta que lo haga encima de un puente" la imagen se vuelve absurda por acumulación, disparatada, barroca, de tan sobrecargada explota en sinsentido, cuestiona lo anterior, tiene algo de la muy saludable sorna porteña, el "dejame de joder” que funciona tan bien como antídoto contra la pelotudez y los lugares comunes.

En estos días estuve muy ocupada en una tarea que me llevó muchas horas y apenas llegué a la mitad: me puse por fin (digo por fin porque lo tenia en mente hace años) a hacer un bacap de lo del blog en un archivo de texto, incluyendo las imágenes. Lleva tiempo porque aprovecho para corregir erratas de tipeo y para terminar la tarea (empezada y abandonada hace años también) de reemplazar las fotos pesadas por otras más livianas (tuve que rastrear muchas fotos, renombrar los archivos coherentemente, reducirlos, etcétera). Cuestión que cuando me releí, sentí que el personaje principal de esta obra es la escritura, como en el libro de Battistón es la traducción. Actividades con características propias, cada una con su propio pulso, latido, respiración, vitalidad, como un organismo vivo.

Y voy a dejar acá porque justamente quiero aprovechar el feriado para avanzar en la tarea. Chin pum.

15.8.25


 
 
 

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