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  • Foto del escritor: Marina Pérez Muraro
    Marina Pérez Muraro
  • 18 jul 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 21 may 2023

VACACIONES. Domingo, sol, cielo límpido, frío, viento, marcador gris de punta fina sobre una hoja celeste (esta sí la del centro del pliego). Me gustó la idea de pensar esta escritura como un organismo vivo, quería seguir por ahí, pero hoy otra cosa se impuso. Ayer fue un día especial: primer día de vacaciones, hubo paseo, distensión, música, y a la noche, poco antes de irme a dormir, un encuentro con Marina Abramović y su método. Y soñé con ella, aunque físicamente la maestra de mi sueño no se parecía a Marina sino a Kita, yo estaba en un lugar con mucha gente adonde habíamos ido a aprender de esta maestra. Fue un sueño maravilloso que me dejó con una sensación de paz y amplitud muy enorme. Me desperté disfrutando esta sensación y me encantaría poder describirla. Paz, amplitud, serenidad, profundidad, descanso, extensión, presencia, son palabras que surgen (empecé una hoja rosa). Es más que todo eso pero detengámonos en PRESENCIA. Abramović habla de “estar presente". La presencia es la cualidad de lo presente, ¿no? Cuando se dice de alguien que “tiene mucha presencia”, ¿es que esta muy presente? ¿Se puede estar presente a medias? Físicamente, no, pero en otros planos, ya sabemos que sí. A eso apunta Abramović. Ahora ya no tengo la misma sensación que en mi sueño y en mi despertar. No desapareció, pero cambió, ya no está en primer plano, desplegada, radiante; ahora está en lo profundo, sosteniendo, como un pilar.

Otra vez veo rosa a ambos lados de mi mano mientras escribo porque llegué al lado B de las dos hojas rosas juntas del pliego. Este marcador gris finito es como los otros (celeste y marrón) que me daban vuelo al escribir en libretas anteriores. Me gusta cómo se ve su color sobre estas hojas, parece plateado, y además me gusta que con el silencio que hay escucho el ruidito que hace cuando escribo.


Interrumpí para abrirle la puerta de abajo a mi sobrino, hablar con él un ratito y de paso colgar la ropa. Ahora no hay tanto silencio porque escucho sus voces desde la habitación de Manuel. Ya casi no escucho el sonido del marcador (pero tampoco calló del todo, a veces lo escucho).


En el borde de la planicie plateada del techo del galpón, ahora iluminado por el sol, crecen yuyos. Hay dos ramas finitas y largas que crecen verticales, una pelada, la otra con hojas verdes, unos penachos verdes en cada punta. El viento las mueve pero ellas siguen de pie. Casi no hay nubes en el cielo, apenas unos algodoncitos desflecados. En el mismo plano de mi hombro derecho pero más arriba se ve la luna. Gracias a la repentina vocación astronómica de Rubén canalizada vía YouTube, ahora tengo en la mente imágenes de las nubes desde arriba, algo que ningún humano podía disfrutar 70 años atrás (excepto Joni Mitchell). Son muy bellas también desde arriba, forman unas tramas impresionantes.

Seguí leyendo el libro de Jung pero los capítulos siguientes no me parecieron tan lindos como el primero. Igual, lo voy a terminar. También le di menos bola porque me entusiasmé muchísimo con fabricar mis propias libretas. Busqué cómo se hace esta encuadernación y en casi todos lados la llaman “copta", también “egipcia“, pero no “japonesa". La japonesa es diferente, por lo que vi, tal vez más fácil de hacer pero la veo muy útil para álbumes de fotos, por ejemplo, pero no para libretas donde escribir por cómo queda el lomo. Hice mi propio curso intensivo de encuadernación mirando tutoriales de YouTube y anoche hice mi primera prueba, totalmente experimental, no con el propósito de que me sirva porque el papel no es bueno para escribir. También encontré cómo se hace la siguiente libreta artesanal que ya tengo comprada, el método se llama “costura larga". La tercera es muy sencilla, se ve a simple vista cómo está hecha. Mi idea es no comprar ninguna más y las siguientes fabricármelas yo. Otra forma de agregarle un nuevo condimento a este juego.

El “método Abramović" incluye varios ejercicios sencillos. El primero es beber agua muy lentamente y me hizo acordar el consejo de Nachmanovitch en Free play, mirar un vaso de agua para desbloquearse. El segundo es contar arroz (mezclar granos de arroz secos con lentejas negras y separarlas). Ella propone, antes de empezar, tomar una decisión: voy a contar este puñado, esta cantidad, y voy a contar solo el arroz, o solo las lentejas, o ambas, y respetar esa decisión. Dice que es muy importante decidir antes de empezar y respetar la decisión que uno tomó, su idea es que si uno consigue terminar con lo que se propuso con ese ejercicio, así va a hacer en la vida. Una idea simple y potente, ¿verdad? Muy opuesta al “vamos viendo" generalizado (por lo menos, de quienes me rodean). Es cierto que la pandemia exacerbó el “vamos viendo” pero tal vez justamente por eso seria bueno ejercitar la determinación aunque sea contando arroz. Voy a hacer una variante del ejercicio de mi tocaya: me voy a poner a cortar hojas de papel a la mitad para ya tenerlas listas cuando me ponga a fabricar mis libretas.


18.07.21


Bonos track: no solo dejé los cuadernillos preparados para la primera libreta cosida, también me fabrique una muy simple con las herramientas que tenía en casa y acomodé papeles y etc.




 
 
 

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