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  • Marina Pérez Muraro

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Domingo de escritura nell mezzo del cammin delle vacanze. Nublado, post tormenta nocturna con relámpagos y truenos. Hoy escribo con la lapicera de cuerpo de madera, con un cartucho nuevo; me costó hacerla escribir después de tanto tiempo en desuso, como atestiguan los garabatos de la página anterior. Empiezo el tercer cuadernillo de la libreta, este de 4 hojas, cada una de un color diferente, en este orden: amarillo – celeste – verde – rosa – (centro). La tinta del cartucho se supone que es azul pero todavía no la veo claramente azul y supongo que se verá diferente sobre cada color del papel. La veo con un color indefinido (o difícil de definir para mí). Di vuelta la hoja, sigo escribiendo sobre amarillo pero a mi derecha me espera una hoja celeste.


Estoy muy contenta porque fabriqué mis primeras libretas cosidas. Me entusiasmé tanto con la idea de hacerlas yo que compré herramientas y materiales que hicieron mucho más fácil la cuestión. Aún así temí que llegado el momento de coser cuadernillos todo me resultara muy difícil y me arrepintiera de mi impulso, pero no, me pareció muy fácil y lo disfruté mucho. Así que en un periquete hice ¡dos! y al día siguiente otra más, con otra técnica. Contando la que ya había hecho antes de comprar herramientas, ya tengo 4 hechas por mí (hoja celeste. Tal cual sospechaba, sobre este papel la tinta sí se ve azul mientras que sobre la hoja amarilla se ve medio verdosa). Cuatro hechas por mí más las dos artesanales que ya tenía compradas más la mitad de esta que tengo empezada. Tengo que escribir mucho para justificar tanto papel acumulado y para tener alguna excusa para seguir fabricando libretas, que es lo que más me entusiasma ahora (podría fabricar para regalar o vender pero de momento me cuesta desprenderme de mi producción recién nacida). Estoy muy contenta porque otras veces me entusiasmé con manualidades pero las abandoné, esta vez encontré algo que me gusta hacer y que produce algo que siempre uso, por eso creo que no lo voy a abandonar. Saber que a partir de ahora las libretas me las fabrico yo me da una sensación de completud, de autonomía y autoabastecimiento. Antes cuidaba las libretas, trataba de estirar su uso y que duren; ahora me da ganas de escribir mucho para pasar a la siguiente y seguir generando nuevas. Sin un límite por el uso del papel, podría escribir sentadas más largas o más frecuentes. El límite estaría en que pasar en limpio al blog lo que escribo acá me lleva tiempo, entre una cosa y otra me lleva casi todo el domingo (soy una écrivain du dimanche). (Hoja verde ahora, la tinta se ve mayormente azul pero con un matiz distinto que en la anterior). Podría sortear esta dificultad (si se diera) seleccionando qué de lo que escribo a mano pasa al blog. Hasta ahora, aunque me di el permiso hace tiempo, no podo nada. Si se me diera por escribir muchísimo para “quemar" libretas y no tuviera tiempo para pasar todo en limpio en el blog, tendría que seleccionar qué transcribir, pero no era así el juego. Veremos.


Volviendo a la idea de que esta escritura es un ser vivo, vemos que evolucionó lo suficiente como para crear su propio hábitat, su propio nido o madriguera. Se desarrolló tanto como para generar las condiciones de vida que necesita, conquistó tantos nuevos espacios (potencialmente ilimitados) que puede reproducirse, expandirse y colonizar cada vez más territorios. Tal vez lo realmente vivo es esta escritura mientras que yo misma (este ser llamado Marina, esta mano que ahora mueve la lapicera sobre el papel dejando trazos irregulares a su paso) no soy más que su instrumento, un útil para que ella viva, otro espacio colonizado por su afán expansionista. Va conquistando mi espíritu, mi voluntad y mi interés hasta transformarme en una máquina de fabricar libretas y llenarlas de palabras sin pausa ni descanso.

Ja, qué lindas son las exageraciones. El placer de exagerar. ¿Qué sería de la literatura sin las exageraciones?


Ya estoy en la primera mitad de la primera hoja rosa y acá la tinta se ve levemente violácea. No sé si estos mínimos matices serán visibles en las fotos que saque, ojalá sí. O sea que esta tinta ¿es traslúcida? ¿Deja ver algo del papel? No necesariamente, tengo entendido que percibimos los colores diferentes según el entorno. Llegué al centro del pliego, ahora tengo papel rosa a ambos lados. Además de los matices de color poco dije sobre escribir con lapicera acá. Es muy agradable, fluye bien. Hace ruidito (había puesto una música de fondo pero la saqué porque me distraía, ahora hay silencio). La letra me está saliendo bastante despatarrada, a ver si voy más despacio y mejoro. Da una sensación de liviandad escribir con esta lapicera, capaz que algo de esta liviandad me despatarra la letra.


El cielo está parejamente cubierto. No llueve ahora, apenas hay una brisa. En el jardín hay dos grandes charcos: uno en una zona de baldosas desniveladas, donde siempre se junta agua cuando llueve, y el otro en la tierra y me llama la atención porque nunca había visto que se formara un charco ahí. O llovió mucho más de lo que me di cuenta (y que otras veces) a algo pasó ahí y se formó una depresión en el terreno.


Qué lindas son las vacaciones. Qué lindo no trabajar y tener dinero para subsistir. Ya de jovencita descubrí la clave del capitalismo: cuando tenés tiempo libre, no tenés dinero, y cuando tenés dinero, no tenés tiempo libre: la verdadera fortuna es tener dinero y tiempo libre al mismo tiempo. Años después leí esa frase de Arlt sobre que para ser escritor se necesita tiempo libre y dinero para financiar el tiempo libre, por eso los escritores argentinos eran todos de clase alta en su época. Lamentablemente no tengo dinero para financiar mi vida sin trabajar y encima, si lo tuviera, me daría culpa porque significaría que alguien recibió menos de lo que le correspondía. Ya lo dejó en claro Jeff Bezos cuando agradeció a los empleados y clientes de Amazon por pagar su viaje de turismo por la atmósfera (y no digo más nada sobre esto porque me indigna). No digo vivir sin trabajar más, pero que todos los que trabajamos trabajemos menos y que quienes no tienen trabajo sí lo tengan, sería genial. Está la campaña por la semana laboral de cuatro días; por propia experiencia sé que trabajar 5 días pero solo 6 horas diarias también es un buen equilibrio.


Llegué al lado B de la hoja verde, la segunda parte del pliego en el que escribo. No se me ocurre qué escribir pero quiero seguir. Llegó el momento de rascar el fondo de la olla a ver si encuentro algo. Hablando de olla, debería hacer el almuerzo. Está empezando a picar el bagre.


Si esta escritura quiere vivir, reproducirse, expandirse y colonizar nuevas libretas, que haga algo. Que aporte algo. Alguna idea, viejo. Decí algo, manifestate. Imploro como cuando se le pide alguna señal a un dios. ¿Estás ahí? ¿Me acompañás, estás presente? ¿O estoy sola? No digo “sola con mi alma" porque entonces no estoy sola, estoy con mi alma. Es verdad eso, muchas veces me sentí acompañada por mí misma. El matrimonio con une misme como dice Kita (y es la segunda vez que la nombró acá).


Hoja celeste. Otra posibilidad para llenar las libretas más rápidamente es hacer letra más grande, separar más las líneas de escritura y hasta hacer dibujitos, pero sería un poco tramposo. Es importante mantener el ritmo y no apresurarse. Hay una cadencia, un ritmo, un fluir que hay que respetar.


Algo que pasó esta semana y me sorprendió mucho fue descubrir que 20 días atrás un desconocido dejó un comentario elogioso en una entrada de cuentogotas escrita hace 11 años. El comentario solo dice “lindo texto has escrito, me gusto" (sic, sin tilde) y no reconozco a su autor. Me sorprendió mucho que alguien aterrizara en cuentogotas, por más que sigue disponible en la web, porque no hago nada por difundirlo, no se actualiza, no hice nada para que aparezca rápido en los motores de búsqueda, por eso creí que ya nadie más leería lo que está en Blogger. Una sorpresa muy agradable que alguien haya aterrizado y que se haya tomado el trabajo de dejar un comentario. Parece sencillo pero hay que dedicarle tiempo; yo misma leo cosas que me encantan y en el momento me da muchas ganas de decírselo a sus autores (por ejemplo casi todos los boletines de Cenital) pero después prevalece la fiaca y no les digo nada. Es un enorme regalo que un desconocido me haya leído y se haya tomado el trabajo de teclear seis palabras positivas.


Estoy en la hoja amarilla que cierra el pliego. Pensando en el rato que me va a llevar pasar en limpio todo esto, mejor ir cerrando. Además tiene algún encanto completar un pliego cada vez que escribo y no empezar otro. Cuando termine este habré llegado al medio de la libreta, estaré nel mezzo del cammin dell quaderno. Acá estoy, en el medio, ahora las dos partes, la escrita y la libre, están equilibradas en altura. La mano casi no siente diferencia entre uno y otro lado del lomo. Acabo de caer en la cuenta de que la trencita con abalorio la debe de haber agregado sublime.collage ex profeso, porque por los videos que vi, no sobran hilos al encuadernar así.


Tengo un tercio de hoja amarilla para cerrar mi escritura de hoy. Un placer, mucho gusto, espero que se repita. Me encantaría una frase brillante, una idea redonda, una cereza en el postre, pero no. Dejo acá. Tengo hambre.


25.07.2021


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