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Marina Pérez Muraro

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El tiempo primaverea mientras los árboles amarillean. Iluminadas por el sol, las copas amarillas relucen y resplandecen. Multiplican la luz como un farol. El cielo está absolutamente despejado, limpio, celeste intenso de una esquina a la otra y la temperatura es muy agradable. Ahora estoy en casa, acabo de entrar, vi todo esto por el camino, volviendo de haber almorzado con mis padres y mi hermana, entré con el fulgor amarillo en los ojos y en la memoria. Saqué unas fotos por el camino para ilustrar mis palabras pero estoy segura, ya desde antes de verlas, que no capturaron la belleza que vi. Lo bueno es que entré derecho escribir, agarré libreta y marcador fino marrón (color casi otoñal) y acá estoy, en el silloncito bajo, con el ventanal abierto a pleno y el sol más allá, sobre las copas del fondo del jardín. Es domingo, por ahora hay silencio y paz. Me encantó caminar unas cuadras el sol y mirar arboles. Por supuesto sería mucho más lindo caminar por el bosque, o junto a un río arbolado, pero es lo que hay, es donde estoy y vivo. Estos días trabajé mucho, me cansé, necesitaba parar y ver árboles. Caminar y escuchar el ritmo de mis pisadas. Respirar y sentir el aire entrando a todos los rincones de mis pulmones, alveolo por alveolo. Leí un libro de poemas muy hermoso, Conversación con el pez de Juan Carlos Moisés. No lo conocía y me cautivó. Qué forma hermosa de escribir que tiene. Me puse a escribir antes de hacer yoga porque la belleza de los árboles me dio ganas de escribir. Ahí está el impulso inicial, la llave del reino que perdí años atrás: en la de paz que promueve la naturaleza. En mi libro tan hermoso que reservé para que me ayude a escribir acá, Lost in translation, hay un par de palabras muy apropiadas: komorebi y Waldeinsamkeit. En realidad komorebi no es lo que vi hoy, no me deslumbró la luz a través de las hojas, sino la luz que las hojas amarillas, de un amarillo muy claro, reflejaban y difundían a su alrededor. Y, aunque una calle arbolada no es un bosque, esos minutos de soledad mirando árboles me permitieron conectar con algo de naturaleza y sentir su paz. Ahora me pican los mosquitos. Voy a dejar acá porque quiero hacer yoga antes de que vuelva Rubén. Además, ya me desinspiré. 8.05.2022



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