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Marina Pérez Muraro

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Domingo, almuerzo tardío, últimas horas de sol, aire frío afuera, fiaca, intención de salir más tarde por lo menos hasta el supermercado, lapicera de madera que espero que fluya, libreta doblada sobre sí misma, silloncito bajo, uno de los almohadones de Silvia en mi espalda, Rubén trajinando en la cocina, Manuel casi bien después de un día de fiebre y mocos, la satisfacción de haber pasado al blog las últimas cuatro entradas que tenía acumuladas y de haberme puesto al día con (casi) todo el trabajo atrasado, la perspectiva de hacer yoga antes de la cena, y suma y sigue. De las copas de los árboles que veo iluminadas por el sol, la del árbol del jardín sigue verde, pero las de los árboles de la calle de atrás están marrones. Se mueven suavemente y las hojas se agitan como manos que saludan de lejos. Hay pájaros sobre el techo del galpón, al sol, ¿buscando su calorcito? Ahora se fueron volando (¿y cómo, si no, se iban a ir?).

La porción de cielo a mi vista está completamente despejada, de un celeste claro y limpio. La luz solar rebota contra las paredes blancas de unos edificios que están a mis espaldas y los refleja en la estufa blanca que está delante de mí, a mi derecha. Parece un cuadro de Hammershøi, un pintor danés que descubrí hace pocos años gracias a DailyArt y que me fascina cada vez más. Tengo que sacar una foto al reflejo antes de que desaparezca.

Acá estoy de nuevo. La cámara de fotos no ve igual que mi ojo, pero algo capturó. Hablando de arte y de modos de ver, el fin de semana pasado descubrí los cuatro capítulos de Ways of Seeing de John Berger y me los vi de un saque. Leí el libro hace décadas y me marcó; en ese entonces, sin web, pensé que nunca podría ver los programas. Me gustó verlo a él, joven, hablando a cámara con esa camisa estampada y sus pelos hippies. Me gustó reencontrarme con sus ideas, todavía potentes y precursoras de tantos estudios actuales.

No solo tengo un almohadón de Silvia en mi espalda y los otros tres enfrente, también tengo bajo la libreta la bolsa de tela me que trajo de su último viaje a San Juan porque desde que me la regaló en ella guardo libreta e instrumentos de escritura. Y hoy cuando Rubén se puso a hablar de eventos masivos a los que “va todo el mundo” mencioné la muestra inmersiva sobre Van Gogh y me puse muy muy triste porque visitarla fue lo último que hizo Silvia antes de volver a la clínica; la última foto que tengo de ella es en la muestra. Ay, Arte, ay, Vida, por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero.

Me había propuesto no dejarme tentar por la atracción de las citas intertextuales. Maniobremos el timón y tratemos de alejarnos de sus cantos de sirenas. Aunque nombrar a las sirenas también remite a pluralidad de textos, mitos y etc. ¿Y si me cito a mí misma? ¿Eso vale? ¿Cómo cuenta la autocita? Todo este tema de las citas ya lo plasmé en un poema de Los elementos, “Mi lengua es mucho más pequeña que La Española”. El otro día lo recordé y me volvió a gustar la imagen de la lengua materna como mar, las palabras ajenas como islas, mi cuerpo marcado por sus huellas, yo misma mar y navegante al mismo tiempo. La lengua, el lenguaje, es algo corpóreo para mí, físico, nada abstracto. Lo percibo con todo mi cuerpo, no solo con la mente. Debe de ser que tengo alguna especie de “sinestesia lingüística” si es que eso existe. Vibra el lenguaje, no solo cuando es pronunciado, también cuando lo leo, y vibran mis células cuando me atraviesa. Oda al lenguaje que nos amamanta cotidianamente. Y ahora me acuerdo de nuevo de Berger, de ese texto tan maravilloso publicado en Diario de Poesía gracias al cual lo conocí, pero paso de largo ante el desvío por mantener mi propósito de no caer en las citas, aunque me muero de ganas de releerlo ya mismo.

Recuperemos el cuerpo. Recuerperemos. El cuerpo es casi el cuervo, y dejar entrar a un cuervo es dejar entrar a Poe y a Dylan al mismo tiempo. Qué difícil apartarse de Caribdis ( o Escila, no decidí quién es quién), de las sirenas (Meri Lao), por todos lados aparecen voces que me llaman. Es como navegar cerca de la costa en una zona con bancos de arena; creo estar inmersa en el mar pero a los pocos pasos (¿nudos?) aparece algo que me hace encallar, recordar voces ajenas y desviarme. ¿Será posible navegar a mar abierto? ¿Navegar por mi lengua sin que resuenen quienes navegaron la lengua antes que yo? Creo que es imposible. Estoy compuesta por todas esas voces, eso es lo que traté de decir en mi poema. Soy esas voces, esas frases, esas imágenes; me constituyen, estoy hecha de ellas. Abro la boca y sale el interior para afuera.


Me quedé quieta y después hice unos garabatos. Hoy la lapicera se está portando bien, fluye la tinta con alegría, me acompaña en este viaje. Hay silencio y escucho su voz sobre el papel. Me molesta el sonido de mi compu, unos metros más allá; la encendí para mejorar algo del blog y no la apagué. Ahora me da fiaca levantarme para apagarla pero quisiera no escucharla. Solo queda un árbol iluminado por el sol y todavía veo el reflejo de los edificios en la estufa. Crece la penumbra en el interior del departamento. Si abro la boca (o empuño la lapicera) asoma el interior, lo que me constituye o atraviesa. Días atrás vino a la biblioteca una estudiante a quien el maestro de grado donde ella estaba haciendo las prácticas docentes le pidió que explique a los niños por qué Jack London estaba considerado “literatura universal”. Me asombró el planteo del maestro y por supuesto le hablé de Borges y su escrito “Sobre los clásicos”. Universal no hay nada, ni las Sirenas. Nada humano es universal. Las estrellas, los átomos, eso sí es universal, pero ninguna obra humana. Creo que lo único difundido en todos los países de nuestro planeta, lamentablemente, es el capitalismo, y eso porque destruye todo lo que no fagocita. Al mismo planeta va a engullir, y entonces solo habrá capitalismo.

Bueno, voy a ir dejando por hoy. Esta es la última página del anteúltimo cuadernillo de esta libreta. Dejo la primera hoja del último cuadernillo para la vez que viene. Se oscurece el día y no quiero ensombrecerme. Además, me lleva mucho tiempo pasar todo al blog, mejor darme menos trabajo. Estuvo lindo hoy, qué sé yo, nada especial, un rato de estar juntes como quien matea con amigues. Muy rico todo, muchas gracias por venir, no se hubieran molestado, me llamás te llamo. Frases dichas, frases hechas, géneros discursivos, discursos generosos, usos sociales, Bajtin, su ruta. Dejo acá. Feliz domingo.

29.05.2022



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