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Marina Pérez Muraro

85

Primavera. Todo florece. El aire está muy cálido, me hace preferir la sombra. Hubo unos días fríos en septiembre pero hoy, octubre ya, entró en escena el calor. Suponiendo que ya no va a volver a bambalinas hasta el año que viene, ayer guardé la estufa y lavé la campera invernal.

Explotaron los malvones, los claveles del aire dieron cinco flores, uno de los aloes largó dos flores (y rompí una sin querer), están asomando las flores de mis suculentas cuyos nombres no conozco (y no voy a describir, porque es muy subjetivo: aquella que yo describí como "almohadoncitos apilados" mi madre describió como "cable de teléfono"). Una de las plantas que traje de la quinta por fin dio florcitas (la otra floreció el año pasado). Ayer descubrí que las clivias tenían dos varas y en el mismo día, acomodando macetas, rompimos una accidentalmente, que idiotas. A Rubén se le ocurrió vendarla, eso hice. Veremos... Sería maravilloso que eso la cure. Hoy todavía está erguida. Compré sostenes para macetitas, ahora tenemos un auténtico jardín colgante.

Anoche escribí el poema de los colores y me hizo bien. La primera frase apareció mientras hacia yoga, junto con la sensación de que ahí había un poema, pero no quise interrumpir mi hora de yoga. Al terminar me fui a bañar y ahí, en la ducha, apareció el poema. Recordé lo que cuenta Elizabeth Gilbert sobre cómo se le aparecían los poemas a Ruth Stone y la anécdota de Tom Waits recibiendo una canción mientras manejaba, y pensé en esa variante que estaba viviendo: estaba empapada, enjabonada, no daba para salir corriendo a buscar un lápiz, así que tuve que construir el poema y memorizarlo al mismo tiempo hasta terminar de ducharme, secarme, vestirme, agarrar algo para escribir (que no fue esta libreta si no directo el blog) y por fin dejarlo escrito en algún lado.

Para ejemplo de construcción de poemas, el mejor es (me pongo de pie) el cuento "Sombras sobre vidrio esmerilado" de Juan José Saer. Todavía recuerdo el impacto que me provocó la primera vez que lo leí. Y tuve el placer de escuchar a Piglia hablando de ese cuento. El cielo con las manos. Recuerdo que cuando Piglia anunció que trataría ese cuento en clase yo fui feliz y una compañera desconocida que estaba a mi lado se quejó ("¡otra vez ese cuento!"). Todo es relativo, ya lo dijo Einstein.

Ayer estaba triste, me puso bien hacer yoga y escribir el poema, pero hoy estoy triste de nuevo. Es "una tristeza de base" como dijo mi hermana. Murió nuestro tío Heriberto, el hermano mayor de nuestra madre, un personaje clave en mi vida y en la familia. Ayuda saber que disfrutó su larga vida de 85 años y que fue amado y acompañado y cuidado en sus últimos días. Es incalculable todo lo que me marcó sin proponérselo, solo por ser como era. Y ahora que él no está, las marcas permanecen. Y fue muy fuerte volver a Chacarita 6 meses y medio después de lo de Silvia, en otro día radiante que contradecía nuestro ánimo. Así como con Silvia me hizo tan bien estar con su hermana y sus amigas, con mi tío me hizo muy bien abrazar a toda mi familia.

En Tuc, una serie de cuentos que escribí alrededor de la treintena (y que como no me parecían buenos, no incluí en este sitio) hay un cuento donde narro un encuentro clave con mi tío. Y otro donde narro a Silvia. [Lectura] Paré para releer esos dos y me enganché con los 5. Tan mal no están, podría incluirlos acá. El encuentro con mi tío no está narrado cuando ocurrió sino su recuerdo años más tarde.

Qué raro reencontrarme con mis 30 años y con la vida social porteña antes de internet y los celulares, antes de Netflix y las redes sociales. Parece otro mundo. Quedé transportada a mi pasado. Tantas cosas pasaron después de Tuc que armaron otra vida diferente para mí.

Yo era la de los cuentos. Entonces, cuando era esa, no podía saber lo que vendría. Y ahora que me voy acercando al doble de esa edad, me asombra ver cuánto cambié. Justo ayer volví a pensar que lo que más determina nuestro carácter es la edad. Al menos, en mi caso, eso siento. Más que una esencia caracterológica, los años transcurridos. Hay una esencia (ayer, haciendo yoga, volví a conectar con mi "mí misma") pero es sin atributos, aliento vital. Lo demás, los atributos, mutan con el tiempo.

2.10.2022




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