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  • Marina Pérez Muraro

Diecinueve

Hoy voy a probar algo diferente. Estoy usando la birome que usé hace 2 semanas, o sea que la novedad no pasa por el instrumento de escritura. Lo nuevo que quiero probar es la inmersión en el entorno. Estoy escribiendo de noche, después de cenar, en el sillón del living, con Rubén sentado al lado mío mirando la tele que está enfrente de mí también. Es decir, en vez de escribir en mis momentos de aislamiento familiar, que por lo general son a la mañana, pruebo qué pasa si escribo rodeada de familia, sonido de tele, etc. Me hace acordar a lo que dijo U. K. Le Guin sobre ya no recuerdo qué escritora en ese texto que ya mencioné, que X escribía en la cocina, rodeada de su familia numerosa y ruidosa y que esa presencia familiar la nutría (en contraposición al paradigma del escritor masculino que necesita apartarse de su familia para escribir). Más que los sonidos recién me perturbaron los olores, esto en la web debería censurarlo, pero Rubén se tiró unos pedos olorosos. Eso me distrajo más que la tele pero abrimos la ventana y se renovó el aire. Manuel no está, se quedó a cenar con mis padres y mis sobrinos (sus abuelos y primos). Esto también es una novedad, hace meses que no ocurre esto. Ayer anunciaron que pasamos del ASPO al DISPO pero no tengo ganas de hablar de la pandemia. Tengo tanto más en claro de qué no quiero hablar que me quedan pocas cosas a mano. Miro a mi alrededor y me digo: de la pandemia, no; de mi ánimo, no; de mis laburos, no; etc., etc.

De lo que sí quiero hablar es de cómo seguir este juego. Cuando agarré hoy esta libreta conté las páginas que le quedaban sin usar: 9 completas, más una carilla pegada al dibujo del fin de semana pasado, más la hoja más gruesa que es parte de la retiración de tapa pero como tiene el mismo color que el papel donde escribo también se puede usar, más eventualmente la carilla pegada a la tapa de atrás, también del mismo color, obviamente. Al ritmo que vengo escribiendo, me alcanzará para esta vez y una más (tengo la intuición de que esta vez voy a escribir largo... quién sabe). ¿Cómo sigo cuando complete la libreta? ¿Sigo o no sigo? Yo tengo ganas de seguir, pero no sé bien cómo. Con otra libreta, claro; tengo un par guardadas hace años que nunca usé y podría usar ahora. O comprar una nueva, claro. Las que tengo son lindas, las reencontré cuando fotografié mi “escritura íntima”. Tener una libreta es lo de menos, incluso aunque ninguna otra tenga un papel tan lindo para escribir como esta. Me sigue resultando interesante el tamaño de las libretas y, sobre todo, escribir a mano. Eso creo que es fun – da – men – tal porque me paso muuuuuuuuuchas horas frente a la compu, laburando y leyendo también, creo que ahora no podría escribir directamente en la compu (si quisiera encarar una novela o tesis, obviamente hay que ir a la compu, pero estoy muy lejos de ambos proyectos). Ya bastante me cuesta pasar en limpio lo que escribo acá para subirlo al blog (me cuesta en el sentido de tener que sentarme a la compu en el fin de semana, pero lo hago con ganas para cumplir el rito) pero al menos es más rápido porque solo tengo que pasar en limpio. Interrumpo para compartir mis interrupciones, Rubén terminó el video que estaba mirando y me hizo unos comentarios a los que yo respondí. Por unos instantes estuve con la mente en ambos lugares: la conversación con Rubén y mi escritura. Esto como experimento está bueno pero no me gusta como metodología, al menos no mientras sigamos conviviendo con el griego, porque lo que me pasó esta semana (2do punto del-que-no-quiero-hablar) es saturarme con la mezcla de lo doméstico con lo laboral, que sea todo en el mismo espacio y en el mismo horario, así que hoy hice una artesanía insólita, una especie de cortina con un pie móvil para cerrar simbólicamente mi lugar de trabajo cuando estoy trabajando en casa. Usé materiales que tenía en casa, demostrando una vez más la sabiduría que encierra un proverbio que encontré en una novela de Saramago: “guarda lo inútil y encontrarás lo necesario”. Usé: la tira de arriba de una cortina de baño rota (el plástico superior con los orificios), las vendas de mi mano cuando estuve fracturada, un camisón que había sacado de circulación cortado en tiras, una botella, un palo metálico de material de limpieza con la punta oxidada y arena con algo de cemento que sobró de cuando cambié el ventanal del living. Y un clavito en la pared. Mañana le saco una foto. Falló el cálculo físico del peso (o fuerza) que puede soportar el pie que fabriqué con la botella y el palo; soporta la cortina, pero no tensa, con lo cual la cortina queda haciendo una U (en catenaria, diría mi madre, una palabra muy linda que me hace pensar en tranvías y también parece un nombre de mujer). Bue, Rubén me acaba de preguntar si necesito estar sola y le dije que no. No puso ningún nuevo video, está haciendo no sé qué con su celular al lado mío, nuestros pies se tocan. Y yo estoy escribiendo rapidísimo, con una letra cada vez más despatarrada. Qué curioso este ritmo que me agarró, está bueno, me gusta, como si quisiera decir tanto que necesito ir rápido para que nada se escape. Cada tanto Rubén estira su mano y la apoya en mi muslo, después vuelve a su celular. Quedó la ventana abierta y entra un aire primaveral, refrescante. Hoy estuvo hermosísimo el día, ideal. Hace pocos días reabrieron el jardín del edificio, ahora todos los días hay familias, chicos, volvieron los niños aulladores del verano pasado pero por suerte están menos ruidosos. Obviamente ahora no hay nadie, es de noche, pero tengo presente que mis encuentros con sol, libreta y mañanas para mí ya no volverán como antes porque ahora estarán muy audibles mis vecinos en el jardín.

Ya usé 5 hojas de las que tenía libres y no desarrollé la cuestión. Cuando agarre la próxima libreta, ¿cómo sigo? ¿O eso corresponde que lo trate en la próxima libreta? ¡Claro, cómo no se me ocurrió! No debería anticiparme en esta. Digamos que ya acepté (ahora mismo, mientras estoy escribiendo esto) que sigo con alguna de las libretas que tengo guardadas en cuanto complete esta. Y que sigo escribiendo a mano, no importa con qué instrumento de escritura, y que me sigo comprometiendo a escribir por lo menos una vez cada fin de semana (puede ser más, ¡claro!). Dejemos todo lo demás en suspenso, hasta que me encuentre con la nueva libreta y vea qué me pasa. (Rubén, caballerosamente, se levantó y se retiró del living para ir a tirarse pedos a otro lado. Dice que después vuelve).

Me zambullo en el presente, entonces. Estoy escribiendo tan veloz y despatarradamente que me acuerdo del pacto inicial o no fue un pacto (quedó tan deforme la letra que en vez de “pacto” se leía “parto”). Justo la vez pasada recordé que 19 años atrás, parí. No se usa mucho en primera persona el verbo parir, ¿no? Por lo general de lo que se habla es del nacimiento, del ser que está naciendo. Ok, pero donde un bebé nace, una mujer está pariendo. Por sonido, parir, parto, me hace pensar en partir, pero nada que ver el sentido. Esta libreta empezó con Paterson, también a eso suena el tema, Pater – son, padre e hijo. Mater, xadres, personas gestantes, etc. Cambia el lenguaje, cambia la vida, cambia la mente. Cambia, todo cambia. Se acaba el año también, ya quedan menos de 2 meses. Alguien dijo que no pensaba contar el 2020 porque no lo había usado. ¿Qué pasa cuando no pasa nada? (pero sí pasó). El tiempo. Siempre pasa el tiempo, excepto en los agujeros negros, ahí desaparece el tiempo. Mi vieja le preguntó hoy a Manuel qué siente con 19 años y él contestó que mucho no cambió. Mi vieja le dijo que si fuera así, seguiría bebé, pero entre los 18 años y 364 días y los 19 años el cambio es mínimo. Y de esos cambios mínimos e imperceptibles está hecha la vida.

Bueno, nueva decisión. Si dejo acá, quedan unas cuantas hojitas todavía como para escribir una vez más en esta libreta antes de pasar a la siguiente. Otra opción es seguir como ahora, llenando páginas con nada, con letra despatarrada y terminar la libreta esta noche. Resulta que ahora estoy escribiendo con la birome azul pero cambié la forma de agarrarla. La estoy agarrando un poco más arriba, mis dedos están más lejos de la punta que escribe, y eso hace que mi mano se mueva muy diferente sobre el papel. Porque tal como la agarraba antes, mi mano se apoyaba en la libreta o en mis piernas, en cambio ahora casi flota. No del todo, mi codo roza mi costado, pero la mano está por completo en el aire. En consecuencia la letra también es más aireada, más volátil. Despatarrada y abierta, eso también porque sigo escribiendo rápido, con la mano aérea puedo ir más rápido. Me gusta, es una sensación muy diferente. Algunas palabras quedan insinuadas. Suerte que siempre paso esto en limpio porque si volviera tiempo después no sé si reconocería todo lo que escribí. Letra de médico, inentendible, ¿será así como les enseñan a escribir en la Facultad de Medicina? ¿Será porque escriben en el aire, con los recetarios blanditos apoyados en la nada? La neumonóloga del Garrahan tenía una letra divina y usaba una lapicera preciosa, muy elegante. No todos escriben ilegibles pero son mayoría. Curiosidades de las letras manuscritas: hay algo cultural, estoy segura, y debe de ser por cómo enseñan en las escuelas. Lo descubrí viajando: todos los carteles tipo pizarrón con precios de comidas de los bares y restaurantes tienen el mismo tipo de letra que cambia en cada país. Al menos en Francia era muy distintiva y en Canadá, también.

Me levanté a mirar la hora. Rubén no volvió, supongo que se entretuvo con algo en su habitación. Manuel tampoco, estará al caer. Ahora apoyo la muñeca sobre la libreta. Para que flote debería sentarme de otra manera. No sé cómo hice para tener la mano aérea antes. Estoy intentando volver a recrear esa posición. Creo que lo conseguí: el codo está pegado a mi lateral, es como un pivote, el brazo (¿o el antebrazo? Nunca me acuerdo cuál es cuál) funciona como un pantógrafo, creo que se llama, mi mano también, agarra la birome y casi no modifica su posición mientras escribo. Aparentemente el movimiento nace del codo. Es una ilusión, sí que se mueve la mano, imperceptiblemente, arriba y abajo, muy poquito, un poco al costado, para crear cada trazo pero la sensación es que la fuerza motora está en el codo. En vez de cambiar la posición de mi mano derecha a medida que se va llenando la página, lo que hago ahora es subir la libreta con mi mano izquierda que es la que la sostiene.

¿Será posible tener mejor letra con la mano aérea? Intento mantener el sistema pantógrafo pero escribir más despacio a ver si me sale mejor letra. Y entre una cosa y otra, ya estoy escribiendo en la retiración de tapa, ya se acaba esta libreta. Quisiera dedicarle unas palabras antes de despedirme, antes de llenar su última página en blanco y ya no poder usarla más. Agradecerle nuestra amistad, los ratos que pasamos juntas, la puerta que me abrió. Agradecerle una vez más a Adriana y Marieta habérmela regalado, a Silvia el lápiz Pessoa también. Ya está, solo queda lugar para escribir en la contratapa.

Chau, libreta.

Hace 12 semanas que nos encontramos cada fin de semana y estamos un rato juntas. Gracias por ser como sos : ) tan agradable a la escritura. Te dejo llena del principio al final para seguir la aventura de escribir en otra libreta parecida tal vez pero nunca como vos. Así, con esta despedida tan cursi, te dejo. Siempre en mi <3 <3<3


7.11.20


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