Domingo
- Marina Pérez Muraro
- 2 feb
- 1 Min. de lectura
Abro los ojos
beso tu cabeza
hundo mi nariz en tu pelo
me deleita tu aroma.
Mi pecho toca tu espalda
mi mano, tus costillas
mis muslos, tus nalgas
tu mano, mi rodilla
mi pie, tu pantorrilla.
Las cortinas rojas resplandecen por el sol
aletean cuando el ventilador las enfoca.
La luz que se cuela por las persianas
dibuja en el techo
largas líneas rectas finas inmóviles
atravesadas por unos pocos sectores gruesos cortos
y una gran claridad difusa móvil
que refleja los aleteos de la cortina.
Quietud.
Paz, amor y felicidad.
Este instante podría ser eterno.
02.02.2025

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