Después de los trabajos del día
me relajo
levanto la vista
y la encuentro
en la línea de mis ojos
brillante
amarilla.
Mi amiga.
Todavía baja, recién aparecida,
dibuja en el cielo oscuro la filigrana de las hojas de los árboles.
Mi amiga
me ilumina
a través de los quilómetros,
gira a mi alrededor (guijarro humilde, piojo terráqueo)
y conversamos silenciosas.
Ella sube
radiante
se desprende de los árboles
reina en el cielo cada vez más oscuro.
Ella sube
por el cielo
la acompaño en su camino
a riesgo de perder el poema.
Ella sube
con la melancolía de las cosas casi plenas
con la constancia de las cosas cíclicas.
Sube, con su cara redonda y su boina ladeada
imperturbable como las cosas verdaderas.
11.03.2023
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