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Marina Pérez Muraro

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Tengo el tiempo acotado, no me gusta ponerme a escribir con plazo a la vista, pero tengo muchas ganas de escribir hoy, de día, no cuando vuelva a la noche. No sé por qué (tema para investigar) siento diferente la escritura si escribo con luz diurna o con luz artificial, de noche. Evidentemente la diferencia se hace ver porque escribo junto al ventanal, además hoy hay sol (ya no da en mi depto porque paso el mediodía pero sí da en el árbol y en el jardín), el cielo está despejado y luminoso, etc.

Es domingo y mañana es feriado, sin embargo sé que mañana voy a laburar algunas horas, no sé cuántas. Estoy escribiendo con un marcador color rojo, en teoría de punta fina, pero está tan usado que según cómo lo agarre el trazo sale grueso. Ahora estoy en la hoja verde central de este pliego, veo verde a ambos lados y el camino amarillo del hilo de encuadernación justo en el medio, como un tren o lombrices en fila.

Quedé tan transformada después de mi experiencia de la “perla azul” que me pregunté cómo seguir escribiendo acá. Sentí que ya no podía seguir igual, que había sido un antes y un después. Por otro lado vengo pensando que el domingo que viene este proyecto cumple un año, empecé el 22 de agosto de 2020. Quiero festejar a lo grande el año de escritura regular. Se me juntaron ambas cosas y se me ocurrió lo siguiente: a partir del domingo que viene, primer aniversario de este proyecto de escritura, entrelazarlo con mi otro proyecto de escritura que acaricio con el deseo pero no veo cuándo podría emprender: el de relectura de mi Libro de Lecturas (mencionado en Trece) y recuperación de lo que crea oportuno.

Lo imaginé así: a partir del domingo que viene, sigo con el pacto de escritura semanal (o quincenal si algo se impone) a mano en estas libretas con pasaje posterior al blog, pero en algún momento de la sentada (antes de escribir o en el medio) leo algunas hojas (número indefinido) de mi Libro de lecturas (empezando por el principio y respetando estrictamente el orden de escritura, sin saltearme nada). Si algo de lo que leo me resulta interesante para rescatarlo acá, bienvenido. Tal vez releerme me provoque cosas que me den ganas de escribir ahora. Ya adapté una de las libertas que hice (la primera, la que no está cosida, son hojas sueltas con un lazo, esto permitiría agregarle más hojas o reordenarlas si fuera necesario) como anotador auxiliar para el proyecto 2. Es decir, el proyecto 2 podría quedar incorporado en su totalidad en el proyecto 1 o no; el proyecto 1 podría exponer la cocina del proyecto 2 pero no su resultado. No sé qué va a pasar, lo veré sobre la marcha (como hice hasta ahora).

Me gusta entrelazar ambos proyectos y que uno acompañe al otro. Me parece que se enriquecen mutuamente. Es la forma que encontré de empezar el proyecto 2 y no seguir postergándolo para cuando me jubile. Y es la forma de renovar el proyecto 1 después de un año de sostenerlo esperando que llegue la inspiración y me encuentre trabajando. Capaz que la inspiración no está en mi presente sino en mi pasado.

Hay cosas que me gustan del proyecto 1 y podría conservar, además de la regularidad y la metodología libreta-mano-transcripción al blog: me gusta rescatar el momento en el que escribo y cómo el contexto influye, me gusta hablar de las libretas, sus papeles y los instrumentos de escritura. Todo esto podría quedar, aunque tal vez no tan en primer plano.

Además se va a dar un juego de mamushkas porque todo mi Libro de lecturas está escrito a mano solo que en cuadernos, no libretas. Una escritura hablará de la otra. Además, sigo escribiendo en mi Libro de lecturas, donde también hablo de que escribo acá, pero como voy a ir en orden y tengo 31 cuadernos por delante, lo que escriba ahora ahí recién lo leeré dentro de mucho (no sé cuánto, no puedo calcular cuánto tiempo me llevará releerme y reescribirme). Y por supuesto mantengo la idea de fabricar mis próximas libretas yo; no solo las libretas sino también los cuadernos para el Libro de Lecturas (capaz que todo esto es una excusa para fabricar libretas y cuadernos).

Estoy entusiasmada con la idea, muy entusiasmada. Hasta me da cosa que este momento no coincida con el inicio de una nueva libreta (del proyecto 1), como si empezar una nueva libreta representara mejor el inicio de algo nuevo (pero no va a pasar porque a esta libreta le quedan 10 hojas libres todavía). Al mismo tiempo me parece bien que se dé como va a ser, que este viraje ocurra en una libreta ya empezada, demuestra que la novedad ocurre dentro del proyecto 1, que es una profundización, no un corte.

Cuando empecé este juego, me puse a escribir regularmente para que el hábito me ayude a crear. Entonces pensé que lo mejor que me podía pasar era volver a escribir poemas. Pero antes de este juego yo ya tenía ganas del proyecto 2, ya lo había imaginado y buscaba cómo llevarlo a cabo (buscaba las condiciones materiales: tiempo, espacio, aislamiento). Me tomó un año darme cuenta de que podía usar el espacio de escritura del proyecto 1 para aquel anhelo. Pero más que tardar un año en darme cuenta, como si se tratara de algo que siempre estuvo pero no lo había visto, diría que fue necesario un año para construir este espacio de escritura y ver que en él encuentro las condiciones que estaba buscando (tiempo, espacio, aislamiento). Al mismo tiempo, el proyecto 1 se convirtió en una metaescritura constante, un reflexionar sobre mi escribir en el mismo momento en que lo estoy haciendo. Muy apropiado entonces empezar el proyecto 2 dentro del proyecto 1. Este es el potencial que veo y me entusiasma. Qué saldrá, no lo sé.

15.8.202



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