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  • Marina Pérez Muraro

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Me quedé mejor después de escribir el poema. Agradecí mi reflejo de manotear la libreta y un lápiz cuando aparecieron las primeras frases en mi cabeza, fue muy grato. Me acordé de lo que decía en mi época de escritura asidua, que reelaborar mis sentimientos por escrito me hacía bien porque concentrarme en la textura disminuía el dolor. Recordé la frase de Saer sobre cómo la forma apacigua; también lo que tantes han dicho, que es más fácil escribir sobre el pesar que sobre la felicidad. Cuando se es infeliz, concentrarnos en la escritura desplaza la atención del dolor a la forma, pero cuando se es feliz, ¿quién quiere concentrarse en la mejor forma de expresar la felicidad? Nos zambullimos en los placeres y que se acabe el mundo.

Seguí trabajando en lo que nos da de comer y horas más tarde, cuando salí de casa para ir al otro trabajo que nos da de comer, caminando por la calle, recordé el momento del nacimiento del poema, cómo surgió entero, de una pieza, y recordé lo que contó Elizabeth Gilbert de Ruth Stone, que sentía venir los poemas por el campo y salía corriendo a buscar un lápiz para atraparlos en el papel mientras la atravesaban como una tromba. Con muchísima más suavidad, algo así pasó hoy.


También se me ocurrió una frase para agregar al poema así que acá va su segunda versión.


¿Sabes que vas a hacer con esta tristeza?

La vas a acariciar como a un gato viejo,

le vas a prestar el mejor almohadón para que se acomode al lado del sol,

y vas a esperar pacientemente a que se duerma.

No la vas a ignorar ni la vas a ahuyentar.

La vas a reconocer como a una vieja compañía,

un animal salvaje que te sorprende con su llegada,

impredecible e indomesticable,

pero que nunca se queda para siempre.

Viene y se va, lo sabés, ¡ya lo hizo tantas veces!

No vale la pena que intentes apurar su partida

(por suerte también es inútil retenerlo).

Un animal indómito que no reconocés como propio

pero por alguna razón quiere estar a tu lado.

Te acompaña aunque no quieras

pero no hace falta que lo conviertas en protagonista.


En cierto sentido, el poema lo engendró Wislawa porque anoche empecé a leer su libro Lecturas no obligatorias y estaba conmigo, los consejos para lidiar con la tristeza me los dio ella.


5.10.2021




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