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Marina Pérez Muraro

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Hablando de tener tiempo para investigar, ayer, buscando un relato que no encontré, revisé una carpeta con apuntes míos de hace 25 años y quedé fascinada por mi orden, método,  dedicación,  prolijidad, y el tiempo que le dedicaba. Hay apuntes míos de mi época “mística”, bibliografía que leí y utilicé cuando escribí Los elementos y después Sirenas. Un montón de cosas interesantes. Me fui a dormir sin sueño (los 3 colchones en el living porque a pesar de la tormenta seguía el calor dentro del departamento); desvelada, tenía ganas de levantarme y ponerme a escribir. Recordé que hay un sitio web o algo así donde une puede escribirse un mensaje para sí misme en el futuro, algo así como que escribís ahora y el sitio lo guarda para enviártelo por mail más adelante. Cuando me enteré me gustó la idea, pero anoche pensé que no me hace falta: hace 26 años que me escribo mensajes desde el pasado (26 años que lo hago consistentemente, antes también lo hacía cada tanto). Todo esto que escribí, no solo el Libro de Lecturas y los librogs sino también mis carpetas con apuntes, son mensajes del pasado. Aunque cuando escribo pienso solo en el presente y no en el futuro, cuando me reencuentro son como mensajes; mensajes dirigidos a otra (a la que era entonces, no a la que soy ahora) pero que igual me hablan y dicen mucho. Me hace bien releerme, ayer releer 50 me hizo bien; si no existiera ninguna razón para dedicar tiempo a escribir,  esto ya lo justificaría.  

Anoche, desvelada, en el campamento familiar, durmiendo en el suelo en vez de en mi cama, sintiendo la respiración de mi familia junto a la mía,  mirando el lugar de siempre desde otro ángulo y con otras luces y penumbras, contenta con haber escrito y haberme releído, pensé en el equilibrio entre percibirme a mí misma,  mis necesidades y deseos, desactivar el ego para que surja la poesía y convivir en familia. Sentí que algo se había desbalanceado en los últimos años o décadas, que había perdido algo (tiempo, pero no tiempo vivido sino tiempo libre para mí). Hoy releí el tomo 3 del Libro de Lecturas que abarca la publicación de Zona crepuscular y el inicio de la inspiración de Los elementos  y me di cuenta de que ahí está este mismo tema pero del otro lado: cuando estuve más metida en mí misma y más conectada con la escritura y la literatura, me pregunté si eso me alcanzaba y me dije que no, que quería tener un hijo y deseé ser capaz de formar una familia sin anularme ni simbiotizarme. No recordaba que en el momento mismo de mayor inspiración y creación literaria (un período de 5 meses que recuerdo como uno de los más felices y placenteros de mi vida) me preguntaba con tanta vehemencia si sería capaz de formar una familia. Gran descubrimiento. Como dije, mensajes del pasado que llegan cuando menos los espero. 16.1.22

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