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- Marina Pérez Muraro
- 10 dic 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 dic 2022
Hola. Hola, libreta; hola yo, hola mundo, hola sábado, hola sol después de la tormenta, hola brisa fresca después del calor agobiante; hola lapicera de madera con cartucho nuevo, hola sillón reubicado más cerca de la ventana por Rubén, hola ventana con otra vista, hola balcón más cerca y más tangencial, hola libro de los chakras como soporte de la libreta, hola silencio de vecines y suave susurro de hojas ocasional. Así como las cosas son las de cada día y nuevas al mismo tiempo, yo también soy la misma y soy otra cada mañana.
Bien. Un buen comienzo, prometedor. Mucho mejor que lo que imaginé antes de ponerme a escribir: pura queja. Toda una enseñanza: antes de quejarse, empiece por saludar; empiece por observar los cambios, por mínimos que sean.
Vaaaaamos, ¡el segundo párrafo también gusta! Y si sigo así, autoalentándome a cada frase, voy a terminar feliz.
Rubén reubicó el silloncito para que la tele le quede más cerca cuando la mira a la noche. Ahora el sillón está a 30 cm del ventanal (no el del balcón sino de la puerta de vidrio que da al patio y nunca abrimos). Estoy más cerca del balcón pero lo veo más de coté, las plantas más cercanas quedan ocultas. Puedo ver un fragmento del patio, casi justo el árbol principal —el ficus amenazado— y el jazmín, y el arbusto de flores rosas grandes, y etc. El cielo está celeste pálido, unas líneas de nubes muy difusas lo decoran. Sobre la mitad del balcón todavía da el sol y las plantas resplandecen; en la otra mitad, ya no.
Lo que no me gusta del cambio del sillón es que tengo que girar más el cuello para ver el balcón y el patio, eso es incómodo. Yo reubiqué un par de macetas, estaban demasiado altas y las bajé a la altura de la baranda.
Agradezco infinitamente el clima de hoy. Por unos días, no fui persona por el calor. Anoche la tormenta fue espectacular, vi caer un montón de rayos. Un espectáculo de luz y sonido.
Es lindo escribir con la lapicera, hace mucho que no la usaba. Se desliza bien y por momentos puedo oírla.
Después de un comienzo tan promisorio, ahora pura cháchara. Se va la entusiasta y aparece la cascarrabias criticona. Vamos, un poco de paciencia, ya sabés que hay que dar tiempo, hay que propiciar el encuentro, y para eso hay que avanzar. Continuar, no detenerse. Es como elongar antes de bailar, preparar los músculos y la mente, explorar los materiales, como diría Stephen.
Apareció una nena chiquita en el patio con (supongo) su mamá, ahora escucho el sonido metálico de las hamacas y sus voces, suaves. Se hamacan las dos.
Qué raro, dejó de correr bien la tinta de la lapicera. Me levanté para lavarle la punta a ver si mejoraba y si, va mejor. Tal vez esta tinta es muy gruesa para su pluma.
Ahora todo el balcón está a la sombra. La luz del sol cae sobre el patio y sobre el techo del galpón. Otra cosa que no me gusta de este ángulo: veo más galpón y menos cielo.
La brisa levanta el ruedo de mi vestido. Hoy al amanecer me desperté por el calor (como había refrescado mucho por la tormenta, me había ido a dormir sin ventilador y con la ventana casi cerrada). Abrí bien la ventana para que entrara aire pero había demasiado viento, tuve que cerrar y poner el ventilador. El viento inflaba las cortinas y las levantaba varios metros, y eso que mis cortinas son pesadas. Recordé cómo me fascinaba el movimiento de las cortinas cuando era chica, me quedaba mirándolas. En nuestra casa había cortinas muy altas, hasta el suelo, blancas transparentes, muy fruncidas; me gustaba jugar a enrollarme adentro. (Ahora se sumó al concierto el perro ladrador, la nena le dijo “perro, callate”. Adhiero a su moción.)
Me subyuga el movimiento de las cosas inanimadas, la danza de las cortinas movidas por algo que nadie ve, el viento, que tampoco es un ser vivo. Eppur si muove. ¿Hay alguien ahí? Sé que no hay nadie pero parece increíble. Hasta me gustan los cuadros que representan cortinas movidas por el viento.
Silencio de niña, silencio de perro. Inmovilidad exterior y agitación interna. Desbordó la angustia. No logro afinar, hoy. Algo está perturbado y no encuentra sosiego. No puedo echarle la culpa al calor, porque no hay. Es algo mío que está desajustado. Chau por hoy, hasta la próxima.
10.12.2022

Andrew Wyeth, Wind From The Sea, 1947

Leon Wyczółkowski, Primavera - el interior del estudio del artista, 1933.
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