Una alegría con plumas hizo nido en mi cuerpo. Una esperanza —diría Emily— calentita y suave. Me cosquillea de la cabeza a los pies despertando sonrisas. Tiene plumas, aletea, es cantarina, salta de rama en rama. Si la tristeza es un gato, la alegría es un pájaro. Grácil y libre.
Marina Pérez Muraro
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