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- Marina Pérez Muraro
- 15 mar
- 4 Min. de lectura
Actualizado: hace 3 días
Inauguro la libreta 11, la primera que fabriqué yo con el método de costura "copta" o egipcia, como conté en 63. Revisando el blog para ver cuándo la había hecho (hace poco más de 2 años), descubrí que confundí el orden de confección entre esta y la 10, la del sachet de vaca. Usé la del sachet como libreta 10, porque recordé mal el orden de fabricación; en realidad esta, la copta, fue la cuarta que fabriqué, y la de sachet, la quinta. En fin...
Esta de ahora, la copta / egipcia, nació junto con un hermano mayor, un cuaderno que fabriqué con el mismo tipo de costura y el mismo papel de tapa para regalarle a Silvia. Se lo regalé para su último cumpleaños y no llegó a usarlo; o tal vez nunca lo habría utilizado, porque cuando ayudé a Mariana a vaciar su departamento lo encontré en una repisa ubicado como un objeto bonito, más que como un útil (67). Le pedí a Mariana que se lo quedara ella.
Estoy sentada en el living, el tiempo está delicioso, es sábado por la mañana y yo debería irme en breve a mi clase de gimnasia, pero me di permiso para faltar hoy, porque tengo / quiero hacer muchas cosas hoy, si voy a gimnasia pierdo toda la mañana. Lo lamento porque me hace muy bien, pero no se puede todo. Cada vez que pienso qué quiero hacer en un día el tiempo me alcanza para la mitad o menos. Podría no ir a la clase y después de escribir, hacer unos ejercicios acá en casa; no es lo mismo, pero es algo.
Esta libreta tiene 6 cuadernillos de 10 hojas cada uno cosidos entre sí y a unas tapas de cartón forradas con un papel de regalo con una mezcla de dibujos en tonos oscuros. No tiene lomo; mejor dicho, el lomo son los propios cuadernillos y su costura a la vista, cuatro trenzas que los recorren de una tapa a la otra horizontalmente. Escribo con un marcador de punta fina y tinta violeta que compré ayer para inaugurar esta libreta. No se abre tan en 180° como esperaba; tal vez cosí demasiado apretadamente los cuadernillos (recuerdo que me esforcé en eso para que el lomo no quedara más alto que el borde exterior de las hojas, como en la libreta de sublime.collage). Por esos pocos grados de apertura que le faltan, cuando escribo sobre las hojas de la izquierda (ahora que recién la empiezo, todo va a cambiar a medida que la use) la tapa no apoya del todo sobre la mesa (que no es mesa, sino un libro sobre mis rodillas) y la parte cercana al lomo queda en el aire. Para que apoye por completo tengo que presionarla y eso hace que las hojas de la derecha se levanten en el aire, ocupando el espacio donde debería estar mi mano para escribir. Cuando escribo sobre las hojas de la derecha, el grosor de la libreta me resulta una novedad después de tantas semanas con la libreta 10 que era casi plana (por tener muchas menos hojas). Como esta libreta tampoco puede plegarse sobre sí misma, esto es lo que hay. Un nuevo sistema de apoyos, alturas relativas, inestabilidades y equilibrios (compuesto por la libreta, la mesa y mi mano) al cual me tengo que acomodar y que va mutando a medida que avanzo; me tengo que adaptar a algo en continuo cambio (como la vida misma, podríamos decir).
Llegó el momento de decidir si voy o no a gimnasia. Lamento faltar porque sé que me hace bien, pero tengo muchas ganas de quedarme hoy, ahora, acá. El sol está divino, entra en el living, ilumina el balcón, hay paz, quiero estar conmigo y con la libreta; además, muy posiblemente mañana salgamos en bici como el domingo pasado, puedo permitirme no ir hoy. Hasta ahora jamás me planteé faltar, pero siento que si voy por obligación, sin darme esta libertad de elegir, me va a pesar.
Segunda decisión a tomar: ¿me hago un mate para acompañar la escritura, o no? Tengo ganas de tomar un par de mates, pero si más tarde voy a hacer ejercicios en casa, me conviene no tomar. Además, tengo fiaca de levantarme.
Interrumpí para disfrutar del sol en mi cuerpo, me acosté en la alfombra del living y estuve así un buen rato (¿una hora?). ¡Qué delicia! Una bendición que agradezco más aún después de los días de calor monstruoso, invible, de la semana anterior. Abruptamente pasamos de cocinarnos vivos al spiedo a un clima preotoñal súper amigable, mi preferido. Estuve descansando, me vino bien. ¡Cuánto necesitaba una mañana de sábado para mí! Además, hace bien a la moral esquivar obligaciones cada tanto, incluso las que uno se autoimpone. Estoy en la mitad del primer cuadernillo, se ve la costura interior mucho más gruesa en este que en los demás (creo que dejé hilos de más). Me hice un matecito no más y volví al silloncito.
Antes de ayer estuve sacando plagas de las plantas del Edén (había varias). Me propuse hacer un insecticida (para plantas ) casero con ajo y clavo de olor. Recién lo terminé, ya está colado. La casa quedó impregnada de olores extraños, fuertes; abrí todas las ventanas para ventilar. Espero que Manuel no se queje. Lo curioso es que donde estoy sentada cada tanto llega una ráfaga de perfume de incienso, creo que porque estoy cerca de donde lo guardo.
Tenía muchas ganas de inaugurar esta libreta pero no me siento inspirada. Tal vez me amodorré demasiado en ese rato al sol. Va pasando la mañana y me acucian las siguientes obligaciones (tengo laburo extra, me quiero duchar, a la tarde voy a ver a mis padres, tendría que comprar comida, etcétera).¿Tal vez podré seguir mañana?
Efectivamente estoy en un estado lobotómico. Estoy tratando de recordar algo que pensé 10 días atrás, y no logro juntar 2 palabras. Solo recuerdo que había pensado “sucedáneo neurótico”. Mejor dejo acá, espero estar con más luces la próxima vez.
15.3.25.
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