Anuncian lluvia pero de momento solo hay nubes. Una brisa suave me atraviesa como una caricia. Me instalé en el siloncito, con el mate, libros y útiles cerca, el sacapuntas a mano porque elegí escribir con lápiz, uno de color azul, de los que resultan trabajosos, me hacen ir despacio y la letra no sale linda.
En paralelo continúo un diálogo moroso con mi sobrino mayor que empezó ayer por wasap, porque a él le gusta más chatear para conversar. Al principio me desorientaba esta modalidad, yo asocio el chat a resolver algo puntual o establecer contacto para después hablar en directo, cosas así. Ahora entendí que con él es así. Venimos conversando espaciadamente desde hace unas 20 horas.
Todo está tranquilo. Hay silencio de vecines y chistidos y cantos de pájaros. Mis cohabitantes duermen, supongo que se despertarán muy tarde (o no, escuché un ruido a lo lejos). Puedo escuchar el sonido del lápiz sobre el papel, no es muy notorio, pero si presto atención, está. Asomó un rayo de sol atravesando las nubes justo cuando la brisa agitó todas las hojas. Me gusta este azul del lápiz. Es uno de los lápices totalmente negros por fuera con una cuenta de plástico en la punta que compré, si recuerdo bien, el año pasado. Esta vez manoteé con la mano izquierda un libro grande para apoyarme y salió el de los chakras que compré en España, de tapas celestes. Y escucho la tos de Rubén al fondo, supongo que en cualquier momento aparece.
El cielo cambia de color, se va azulando, como las hojas de la libreta que pasan del blanco total a la traza azul a medida que escribo con este lápiz. En el cielo aparecen trazos de azul difuminado donde las nubes se rasgan y adelgazan. Lentamente las nubes se mueven y las áreas celestes crecen.
Anoche algo pasó cuando escribí sobre el perfume. El objeto era la limitación lingüística, la derrota del lenguaje (no puedo hacer oler un aroma a través de palabras) pero encontré algo en la forma de expresarlo, algo propio, una libertad en el uso de las palabras que me gustó. Todo un descubrimiento. Después releí a Wislawa, su comentario sobre el valor de la escritura para uno mismo y también me hizo bien. Y después, como seguía con ganas de poesía, agarré de mi biblioteca los dos libros que tengo de A. R. Ammons y me emocioné. Lástima que no sé tanto inglés como para entenderlos bien pero son hermosos. Una casualidad, un pejismo personal: estuve un rato mirando la web de Chandler Burr por el tema del libro sobre Turin y el arte olfatorio, y cuando agarro los libros de Ammons veo que el de ensayos (Set in motion) está editado por Zofia Burr. El mismo apellido. ¿Tendrán algo que ver Chandler y Zofia?
El área celeste del cielo se amplió más, ahora las nubes hacen un dibujo como de montañas nevadas dibujadas por un/a niñe. Ahora las montañas-nubes se desplazaron y cubrieron el celeste. Lo que sigue igual es el verde de los árboles y la chapa gris plata del techo del galpón.
Rubén estuvo un rato en la cocina y apareció con el mate. Intercambiamos las frases del inicio del día. Mi sobrino no contestó el último mensaje pero puede retomar el diálogo en cualquier momento.
Rubén empezó a escuchar un video al aire desde su celular, ahora un hombre habla en inglés con voz de lata y unos golpes de batería acompañan su voz. Y eso que R. me vio escribiendo. Calló el video. Empezo otro. Hojeo a Ammons. Mensajeó mi sobrino. Muchas dispersiones. Dejo acá.
13.11.2022
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